17 de marzo de 2010

El machismo no discrimina




PabloGiori.blogspot.com
Marzo, 2010.

El machismo no tiene límites, no tiene género, no tiene sexo. No se toma vacaciones, está en todos lados, en todo momento, no perdona, está siempre tomando diferentes formas. El machismo no tiene conciencia de clase, no discrimina, no espera. El machismo es una de las formas de dominación hegemónica del patriarcado, sus brazos no se ven, pero al mismo tiempo no es posible discutir su existencia. Es un sistema vigente, es un modo de hacer las cosas que se encuentra en lo más profundo del sentido común, en lo más cotidiano de lo cotidiano. El machismo, la heteronormatividad y el patriarcado encuentran su génesis y su justificación en el mantenimiento de la vigencia de una hegemonía.
La racionalidad burguesa impuesta como hegemonía desde la Revolución Francesa es la máxima y actual expresión de la larga historia de la racionalidad patriarcal, clásica y medieval. El patriarcado es parte de la lógica social en que vivimos, una que se expresa y que nos apresa en su lógica racionalista, burguesa, religiosa y machista. Ésta última es su caballito de batalla, su arma contemporánea, aquella que, justificada por todas las instituciones, parece hoy omnipresente. Hoy como ayer, el machismo y el patriarcado son la misma cosa, son las dos caras de la moneda. Ahí donde el patriarcado es hegemonía, es silencio y es modo de hacer, es donde el machismo impone su opresión, impone su bozal, impone la lógica hegemónica. El patriarcado le deja al machismo el trabajo sucio, pero no por eso es menos responsable, parece alejarse mientras crea las condiciones de su propia reproducción.
El patriarcado es hoy un modo de hacer las cosas, en realidad es el modo establecido en que se hacen las cosas. Es lo que nos han dicho, enseñado, vendido. Parece no existir, parece no estar, parece ser un invento de radicales charlatanes o creadores de humo, filósofos de café. Pero día a día, aunque lo neguemos, vemos el ejemplo cotidiano del golpe, del bozal, del modo unidimensional de hacer las cosas, vemos el machismo, vemos el patriarcado y vemos a la heteronormatividad que camina de la mano. Porque el sistema social que justifica y sostiene el patriarcado no se encuentra inscripto en los libros como una abstracción académica, se encuentra en lo cotidiano de las experiencias, de las ideas y de las prácticas, está en todos lados aunque intentemos ocultarlo. No es una lucha entre los que muestran y los que quieren ocultar ni una lucha entre los que entienden y los que no quieren entender, es una lucha para entender que nuestra cotidianeidad está justificada dentro del patriarcado, seamos burgueses, proletarios, conservadores o revolucionarios.
El patriarcado se encuentra en las prácticas sociales, ahí en los bares, ahí donde se dividen las conversaciones entre hombres y mujeres y donde se esperan ciertos temas, ciertos modos. Se encuentra en el levante, cuando a las mujeres les queda el lugar del mirar y del hacerse desear y al hombre el de actuar, si no van a pensar que somos esto y aquello. Ahí donde a las mujeres les queda el lugar de objeto y no de sujeto de su deseo se encuentra el patriarcado. Cuando cambiamos de tema de conversación porque entra un hombre o una mujer en la habitación, cuando lo hacemos porque tenemos que mantener una imagen, aquella imagen que nos termina haciendo cómplices de la dominación. Ahí donde los roles están marcados claramente, ahí donde sabemos lo que debería ser cada uno, ahí donde el mundo se muestra claro en sus supuestos, ahí está la dominación. Se encuentra en el super y en su división del trabajo, las mujeres hacen esto, los hombres aquello, los hombres cobran tanto, las mujeres menos. Lo vemos en los hogares, en las escuelas, en los colectivos, caminando por la peatonal…
Se encuentra en las ideas, ahí en lo cotidiano, ahí en la cultura, ahí en los prejuicios. Se encuentra en las publicidades que nos dividen el mundo en hombres exitosos y mujeres perras, cuando observamos la multitud y clavamos la mirada en el estereotipo, en el deseo prestado por la industria cultural. Nuestro deseo y nuestro gusto está comandado a distancia por el machismo, deseamos el objeto, odiamos al sujeto, le dejamos cierto margen de acción y esperamos solo ciertas cosas: que no hable, que no piense, que no discuta, que no sea infiel, que haga lo que tiene que hacer, lo que es natural que haga, lo que hacen todos y nada más que eso. Ahí donde esperamos un beso cariñoso y un abrazo de una mujer y un saludo seco y distante de un hombre, encontramos las ideas que sostienen una división del mundo según el género. Ahí donde explicamos nuestras acciones en base a causas sobre nuestra supuesta femineidad u hombría, estamos siendo cómplices.
Se encuentra en las experiencias, ahí donde vivimos diariamente en el cuerpo la discriminación del machismo, el modo en que sostiene el patriarcado y su lógica de la dominación. Es en los sentimientos, en las pasiones, en las emociones, todas educadas dentro de esta lógica, donde diariamente vivimos la división del trabajo, las expectativas y los modos en que el patriarcado nos ha enseñado a vivir justificando su sistema. Nuestro punto de vista, nuestras valoraciones y hasta nuestra estructuración subjetiva se encuentra moldeada, construida para la justificación, para que seamos cómplices de la dominación. Nuestra experiencia es producto del diálogo perpetuo entre las ideas y las prácticas que hemos heredado y que nos dedicamos, irreflexivamente, a reproducir.
Aunque no lo veamos, aunque creamos que no existe tenemos que luchar para verlo, tenemos que seguir peleando, literalmente para generar conciencia de la relación existente entre la burguesía, el machismo, la heteronormatividad y el patriarcado. Una vez que esa conciencia aflora se nos hace imposible seguir viviendo del mismo modo, una vez que hemos entendido la lógica de la dominación, nunca más podremos hacer ciertas prácticas, experimentar y compartir ciertas ideas del mismo modo. Ahí donde parece que es natural, donde parece que es así y no puede ser de otro modo, nos estamos resignando a vivir en un mundo recibido, injusto, para nada nuestro. Un mundo donde cada uno es lo que tiene que ser y nada más, donde uno no puede decidir sobre su cuerpo, sus gustos o el modo en que buscará su felicidad, un mundo donde no se acepta la diversidad, la variedad, la creatividad y la diferencia. Nosotros creemos que no podemos vivir más en este mundo que nos parece ajeno, tenemos que construir una alternativa. De este modo entenderemos que somos dominados todos, hombres y mujeres, heterosexuales y homosexuales y entenderemos que el machismo no tiene límites, no tiene género, no tiene sexo. No se toma vacaciones, está en todos lados, en todo momento, toma diferentes formas. El machismo no tiene conciencia de clase, no discrimina, no espera.
------------------------------------------------------------------

http://pablogiori.blogspot.com

1 comentario:

Anónimo dijo...

Thanks :)
--
http://www.miriadafilms.ru/ приобрести фильмы
для сайта fem-post.blogspot.com